sábado, 16 de mayo de 2015

Alteraciones en la Traducción

La deficiencia de enzimas de la beta oxidación ha sido reconocida como una importante causa de esteatosis microvesicular y esteatohepatitis. La pérdida de estas enzimas también provoca una hiperactividad de los PPAR-alfa (receptor alfa de la activación de la proliferación de peroxisomas) produciendo un incremento de los mismos. Estos están implicados en la síntesis de la proteína 2 hepática, la cual se encuentra sobreexpresada en el hígado de los pacientes con NAFLD (2, 14).




En un hepatocito con los procesos de oxidación activados, la b-oxidación mitocondrial es la principal ruta de oxidación de ácidos grasos (3). Los coenzimas reducidos FADH2 y NADH, generados en el propio proceso y en la oxidación del acetil-CoA mediante el ciclo de los ácidos tricarboxílicos (TAC), donan sus electrones a la cadena respiratoria, produciéndose ATP por la fosforilación del ADP mediada por la ATP sintasa (Fo y F1) propulsada por el retorno a la matriz de los protones que los complejos respiratorios habían bombeado al espacio intermembranal . Sin embargo, las mitocondrias son también la principal fuente de especies reactivas del oxígeno (ROS) (32). Es inevitable que un pequeño porcentaje de electrones reaccione directamente con el oxígeno molecular para dar aniones superóxido (O2-), H2O2 y otros productos de ellos derivados, que se incluyen bajo el término ROS . Los ROS producidos en este y otros procesos son neutralizados por sistemas enzimáticos, sobresaliendo la superóxido dismutasa, la catalasa y la glutatión peroxidasa, y por defensas celulares vitamínicas, principalmente, la vitamina E y la C. En pacientes con EHNA se ha encontrado disfunción mitocondrial, anomalías ultraestructurales (11,64), actividad reducida de los complejos de la cadena respiratoria (5,32), fosforilación oxidativa deficiente, una menor capacidad para sintetizar ATP, un descenso en la concentración de ATP intracelular (124) -lo que compromete la respuesta de la célula ante cualquier tipo de daño celular (34)- y daño en el DNA mitocondrial

Un efecto de ROS importante es la peroxidación de lípidos (124), que se evidencia sobre todo en PUFA. La peroxidación lipídica genera como productos finales aldehídos reactivos (12), compuestos de vida media superior a la de ROS que tienen facilidad para difundir a través de las membranas celulares, pudiendo alcanzar dianas extracelulares y extender al tejido los efectos del daño oxidativo. La peroxidación lipídica parece desempeñar un papel crucial en el daño hepatocelular que ocurre en la EHNA (11). Existe una fuerte asociación entre la severidad de la esteatosis y el riesgo de desarrollo de EHNA (60) correlacionada con el grado de peroxidación lipídica. El hecho no es sorprendente, la gran cantidad de lípidos almacenados en un hepatocito esteatótico, además de ser una fuente de ROS a través de los sistemas oxidativos, son un sustrato idóneo para la generación de aldehídos reactivos (12). Estos productos tienen capacidad para bloquear la síntesis de nucleótidos y proteínas y aumentar el factor de crecimieno tumoral b1, que promueve la formación de cuerpos de Mallory (124). Además, resultan ser potentes quimioatrayentes de células inflamatorias y activadores de células estrelladas (2), pudiendo perpetuar la respuesta inflamatoria al activar la secreción de citocinas proinflamatorias y quimiocinas (12) y de moléculas de adhesión como ICAM-I, E-selectina y P-selectina (2). Todos estos fenómenos pueden producir muerte celular por apoptosis y necrosis, inflamación y fibrosis, todas ellas huellas histológicas de EHNA. El conjunto de evidencias es tal que se percibe indiscutible la afirmación que el daño oxidativo masivo causado por aldehídos reactivos está en la base del tránsito a esteatohepatitis. El mecanismo por el cual el estrés oxidativo genera daño celular parece ser la activación crónica de NF-kB, que también es activado por factores de crecimiento, óxido nítrico y ciertas citocina.

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