La S-adenosilmetionina es el mayor donante de grupos
metilo que existe en la célula y por tanto sus niveles van a tener una
implicación directa en la modificación epigenética y en el desarrollo
del cirrosis hepatica.
En
el hígado, explicó, se producen tanto la síntesis como la degradación
de SAMe, y por tanto este órgano controla la homeostasis del
metabolito. “Las enzimas responsables del anabolismo y catabolismo de
SAMe son respectivamente la Metionina S-adenosiltransferasa (MAT) y la
Glicina N-metiltransferasa (GNMT)”. Así, se sabe que los pacientes
con cirrosis hepática presentan bajos niveles de SAMe debido
principalmente a una disminución en los niveles de expresion del gen
codificante para MAT, MAT1A.
El primero en tener unas ciertas
evidencias de la importancia de los grupos metilo en los daños
hepáticos fue Best. “En 1932 cuando demuestra que un grupo de
experimental de ratas es alimentada con una dieta deficiente en grupos
metilos como metionina, colina o folatos, el hígado desarrolla
esteatosis. Y cuando la dieta continúa en este grupo experimental las
ratas desarrollan esteopatosis, fibrosis y carcinoma hepatocelular. En
1947, Kinsel muestra que pacientes cirróticos tienen alterado el
metabolismo de metionina. En 1988, Martin-Duce, ya más próximo a la
molécula de SAMe, describe que pacientes cirróticos tienen reducidos
niveles de S-adenosilmetionina; es una de las primeras evidencias
claras donde existe una relación entre la enfermedad hepática y esos
niveles de SAMe”.
Pero también SAMe puede tener unos
efectos beneficiosos, apuntó. En unos estudios en pacientes cirróticos,
en estadio iniciales y medios de la cirrosis, la supervivencia de los
enfermos aumenta con el tratamiento con SAMe en comparación en
pacientes donde se trataron con placebo. “Por tanto, tenemos unas
alteraciones en los niveles de SAMe que pueden tener una unión con el
daño hepático y por otro lado el tratamiento con SAMe en determinados
pacientes en determinados estadios pueden jugar un papel beneficioso”.
Asimismo, este grupo ha demostrado que
niveles elevados de SAMe, como los que se producen en el modelo de ratón
donde el gen GNMT se ha deleccionado (GNMT-KO) y en pacientes con
mutaciones en este gen, “desarrollan esteatohepatitis, apoptosis,
fibrosis y carcinoma hepatocelular en los que las modificaciones
epigenéticas juegan un papel principal”.
Estos resultados, subrayó, ponen de
manifiesto que los niveles de SAMe requieren una regulación muy fina, ya
que tánto un exceso como un defecto de esta molecula provoca un
desorden metabólico que conlleva a una proliferación comprometida del
hepatocito y el desarrollo de la enfermedad hepática.
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